Aprovechando la tarde para dar un corto paseo por el parque de Santa Amelia en Barcelona.
Aunque a veces nos cueste recordar, un día fuimos niños/as y sentimos en nuestros corazones la ilusión en estado puro. Estábamos seguros de lo que deseábamos, nuestra cabeza no le daba vueltas y más vueltas a las cosas y vivíamos estas fechas navideñas con inusitada intensidad. Luego, fuimos creciendo y dejamos que la realidad tomara las riendas de nuestros sentimientos, relegando la ilusión a un segundo, tercer o cuarto plano.
Todos los que tenemos hijos, durante estos días nos contagiamos de su ilusión, reviviendo así ese chute de felicidad.